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Nadie puede decir qué significa la felicidad para otra persona, pero si querés te invito a compartir la mía. Podemos recostarnos en el suelo mirando el techo sin hablar. O también, si querés, podemos abrir todas las ventanas y vernos las caras con la luz amarilla del sol a las 18:30. Si eso no te gusta, podemos levantarnos y comer descalzos. O mirar películas llenos de almohadones. Si tampoco te gusta eso podemos caminar sin punto de llegada ni referencias. O correr en el medio de la ciudad. O tomar un té, cocinar. Si querés podemos escuchar música y dejar que pasen las horas. O podemos hablar de nuestros problemas. Si eso te aburre podemos jugar a imaginar. O imaginar jugando. Si eso te da miedo puedo abrazar. Si eso te da miedo puedo sonreír.