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Mostrando las entradas de marzo, 2015

Me retiro a mi espacio primero.

Recuerdo que una tarde hace aproximadamente cinco meses yo estaba esperando el ascensor y me sale un suspiro inmenso y ruidoso. De repente aparece un señor y me dice: "Qué lindo suspiro, muy grande. ¿Qué estarás extrañando? Un suspiro es aire que sobra por alguien que falta." Lo superé. Antes de superarlo me prometía no volver a sentir tanto. Después de superarlo dije: ¿Por qué no? No puedo tener algo para toda la vida, sería aburrido. Que las cosas tengan su fin es lo que las hace hermosas y perfectas. La vida me sorprende todo el tiempo con momentos hermosos. Me da probaditas de la perfección para que nunca pierda las esperanzas y pueda tener en claro que sí existe, no porque brilla en todo su aspecto, sino que es perfecta cuando hasta sus defectos son hermosos y generan sonrisas. Agradecida con la vida le dije hola a la muerte y al nacimiento.

Viuda Negra

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¿Por qué estoy escribiendo? Una amiga, hablando sobre karmas, me preguntó lo siguiente: "¿Vos cómo decís que eras en tu otra vida?" Y yo sin pensarlo le respondí: " Generalmente pienso que en mi otra vida hice sufrir a muchos hombres." Rápido me dijo: "En otra vida fuiste la viuda negra." Escribo ahora porque en el día ya me nombraron varias veces las palabras: "VIUDA NEGRA". ¿Qué es una viuda negra? "También llamada "Latrodectus", es un género de araña araneomorfa. Se come al macho después del apareamiento. Su picadura es peligrosa debido a las neurotoxinas latrotoxinas, que causan la condición de latrodectismo. La viuda negra hembra tiene grandes glándulas venenosas y su mordedura es especialmente perjudicial para los seres humanos, sin embargo, rara vez los mata si se proporciona un tratamiento médico adecuado. El veneno de la hembra es al menos tres veces más potente que el del macho, haciendo la mordedura d...

No entiendo nada.

Me gusta lo que "tengo". Al mismo tiempo me molesta.

La curiosidad mató al gato.

Siempre lo mata. Si la curiosidad termina, el gato que existe se muere, y el que no existe, se esfuma. El gato está y no está. Muere y/o no muere. No me agradan ninguno de los dos caminos. No quiero matar al gato. El gato ya está muerto. No quiero saber porque ya sé. Ya sé que el gato está muerto. Y si no está muerto, no está. No estaba. Nunca. La vida se la dio mi cerebro en el momento en que pensé que existía esa probabilidad. Pero el gato siempre estuvo muerto. El gato es un hijo de puta. El gato, muerto, me hacía creer que estaba vivo. Todo el tiempo. De día, de noche. Comportándose como un ser viviente. Le creí. Estaba muerto, lo maté yo antes de querer matar a la curiosidad.