Se me escapa de las manos

No se puede tener a un pájaro en una jaula porque viviría apretado y comprometido con esa situación.
Tampoco se puede tenerlo volando por dentro de tu casa porque en un abrir y cerrar de ventana, se escaparía.
Tengo a mi pájaro, desde que es pajarito, desde que yo nací lo tengo. Lo tuve siempre encerrado en una jaula a su vez encerrada en mi casa. Tuvo la obligación de quererme, amarme, protegerme, cuidarme, mimarme, calmarme, abrazarme, jugarme. Tuvo la valentía de mantenerme de pie hasta hace un rato en el que descubrió que podía abrir su jaula, hasta que salió de la jaula, me dio amor y se fue en un hermoso vuelo por la ventana de la habitación más cálida, la que más amor e historias tenía. La habitación con rayas marcadas en la pared que medían mi estatura con el pasar de los años. La habitación que tuvo desvelos, llantos, instantes congelados con abrazos infinitos.
El pájaro no alza su vuelo por no querer estar más conmigo. Él me quiere ver crecer de una buena vez por todas, pero crecer va a ser difícil sin su café de la mañana., sin su pan calentito, sin sus aromas en la comida, sin su olor a tabaco mezclado con nafta. Sin su dedicación hacia mí.
Te dejo ir porque sos libre desde tu nacimiento. Porque tenés alas que nunca fueron usadas y piden libertad.
Te dejo ir y aunque me duela en el alma, te amo y te espero, siempre, para siempre, porque el aire es lo que compartimos toda la vida y mientras más te crezcan las alas, más rápido vas a venir a buscarme.

Te amo, ahora y siempre, papá.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¡La vida no es como en las películas! (porque a veces no queremos)

Piedra para poder ser