Entradas

Mostrando las entradas de mayo, 2015

Idealizar-te

"El amor es en gran medida auto-generado, y enamorarse es un proceso que Stendahl llama cristalización. Antes de enamorarte, ves al otro como una rama desnuda. Cuando te enamorás, lo cubrís de atracciones enjoyadas que son tu propia creación en un 80%."  Anatomy of a Love Seen. Esas palabras describían a una película que vi hace un tiempo y me chocaron. Recién ahora puedo darme cuenta de que yo idealicé. Todos lo hacemos en algún momento. Mirá esa pera. A simple vista se ve hermosa. Tiene una hermosa forma, un hermoso color, una piel con una textura adorable. Me pregunto a qué sabrá. Voy a ir a probarla. Listo. Es la pera más rica que probé en mi vida. Nunca hubo ni habrá otra igual. Todo en ella es perfecto. Es todo lo que siempre quise y pude probarla. Nadie jamás podrá alcanzar tanta perfección.  La pera escuchó esas palabras y se alejó para nunca más volver. Pasó un corto tiempo y recordé a la pera, aquella fruta perfecta, única y especial que se había presentado...

Una vaca, un Nogal, una Cydonia y un poco de té

Imagen
   Puede que mis palabras no hayan sido claras anteriormente. Seguramente mi mensaje fue erróneo pero ya es tarde. Una vaca.    Comí del pasto hasta atragantarme. Llené mis cuatro estómagos. Me dolió, fue demasiado por un corto tiempo. Era exquisito. Mi ubre se hinchó al igual que todo mi cuerpo.    Cuando me quedé sin pasto comencé a derramar leche. Se hizo queso. Un Nogal.    La semilla de la esperanza no la planté yo. Un extraño la enterró con mucho cariño, afecto, atención. La regó con dulzura y risas. La fertilizó con miradas e historias. Luego la abandonó.    Las nueces crecieron, maduraron, se cayeron y el extraño nunca las recogió. Una Cydonia.    El fruto duro que se convierte en algo extremadamente dulce. Pálido hasta que se cocina con azúcar y toma color rojizo, como el amor, como la muerte. Esa semilla sí la planté yo. Para ahogarme en glucosa, hice dulce de membrillo. Un poco de té.    Solamente...

A padre jaranero. De madre posesiva.

Imagen
Le quiero a él tanto como a mis pies. Porque sirve para posarse sobre cualquier superficie y poder observar las infinitas formas de la luna. Le quiero y no es poca ni mucha cosa. Le quiero y sin razón, porque ser terca despierta mi parte más humana. Le quiero desde mi ombligo bajo hasta el suyo un poco más alto, con esos centímetros que separan le quiero. Le quiero pero escuche, no es importante que lo quiera. Le quiero sin importar lo que piense, haga, diga o no diga, le quiero. Le quería dejar el siguiente mensaje en su buzón mediante una carta que nunca fue enviada:   "Le quiero así como es ahora.    Le quiero, sin mí."